LETERATUR
Testos orijinal ·
Cantas traduida ·
Dramas traduida ·
Naras traduida ·
Poesias traduida ·
Sitas traduida ·
Testos diversa
Traduida par Chabi, revisada par Simon Davies
CAPÍTULO 1: Que trata de la condición y ejercicio del famoso hidalgo Don Quijote de la Mancha
En un vileta de La Manxa, de cual me no desira recorda sua nom, a no multe tempo ante aora, un nobil ia abita de la spesie ci ave un lansia en portador, un peti scermo vea, un cavalo vea e magra, e un lepror per corsa. Un casola de carne alga plu de bove ca de ovea, un salada a la plu de seras, duelos y quebrantos[¹] a la saturdis, lentiles a la venerdis, e un pijon en ajunta a la soldis, ia consuma tre cuatris de sua revenu. La resta de lo ia fini en un jaca de stofa delicata e un pantala de veluda per la festas con sua sapatos simil, e en dias de semana el ia onora se par sua lana la plu refinada.
En un lugar de la Mancha, de cuyo nombre no quiero acordarme, no ha mucho tiempo que vivía un hidalgo de los de lanza en astillero, adarga antigua, rocín flaco y galgo corredor. Una olla de algo más vaca que carnero, salpicón las más noches, duelos y quebrantos los sábados, lantejas los viernes, algún palomino de añadidura los domingos, consumían las tres cuartas partes de su hacienda. El resto della concluían sayo de velarte, calzas de velludo para las fiestas, con sus pantuflos de lo mesmo, y los días de entresemana se honraba con su vellorí de lo más fino.
El ia ave en sua casa un manejoresa ci ia pasa cuatrodes anios, e un sobrina ci no ia ateni dudes, e un xico de campo e plaza, ci ia ensela la cavalo tal como el ia manipula la desramador. Nosa nobil, con eda prosiminte a sincodes anios, ia es de composa forte, magra de carne, sceletin de fas, un matinor temprana e un ami de la xasa. On ta vole dise ce el ia ave la nometa Quijada o Quesada, car alga difere de opina esiste asi entre la autores ci scrive a esta tema; an si par divinas probable on pote comprende ce el ia es nomida Quejana. Ma esta importa poca a nosa raconta; lo sufisi ce, en la nara de lo, no punto de la veria evade.
Tenía en su casa una ama que pasaba de los cuarenta, y una sobrina que no llegaba a los veinte, y un mozo de campo y plaza, que así ensillaba el rocín como tomaba la podadera. Frisaba la edad de nuestro hidalgo con los cincuenta años; era de complexión recia, seco de carnes, enjuto de rostro, gran madrugador y amigo de la caza. Quieren decir que tenía el sobrenombre de Quijada, o Quesada, que en esto hay alguna diferencia en los autores que deste caso escriben; aunque, por conjeturas verosímiles, se deja entender que se llamaba Quejana. Pero esto importa poco a nuestro cuento; basta que en la narración dél no se salga un punto de la verdad.
On debe, alora, sabe ce esta nobil indicada, en sua momentos osiosa, cual ia es la plu en la anio, ia dedica se a leje libros de cavaleria con tan multe gusta e saborea ce el ia oblida cuasi intera la eserse de xasa, e an la maneja de sua imobila. E sua curiosia e osese ia estende tan ce el ia vende multe acres de tera semida per compra libros de cavaleria per leje; e el ia trae a sua casa tota de los cual el ia pote oteni;
Es, pues, de saber que este sobredicho hidalgo, los ratos que estaba ocioso, que eran los más del año, se daba a leer libros de caballerías, con tanta afición y gusto, que olvidó casi de todo punto el ejercicio de la caza, y aun la administración de su hacienda. Y llegó a tanto su curiosidad y desatino en esto, que vendió muchas hanegas de tierra de sembradura para comprar libros de caballerías en que leer, y así, llevó a su casa todos cuantos pudo haber dellos;
e de tota, no libros ia pare a el tan bon como los cual la famosa Feliciano de Silva ia composa, car la claria de sua prosa e acel sua espresas complicada ia pare perlas a el, e plu cuando el ia veni a leje acel corteas e cartas de defia, do en multe partes el ia trova scriveda: La razona de la nonrazonada cual apare a mea razona es tan debilinte per mea razona ce con bon razona me protesta tua belia. E ance cuando el ia leje: … la sielos alta cual de tua divinia en modo divin con la stelas forti tu, e fa ce tu merita la merita meritada par tua importantia.
y de todos, ningunos le parecían tan bien como los que compuso el famoso Feliciano de Silva, porque la claridad de su prosa y aquellas entricadas razones suyas le parecían de perlas, y más cuando llegaba a leer aquellos requiebros y cartas de desafíos, donde en muchas partes hallaba escrito: La razón de la sinrazón que a mi razón se hace, de tal manera mi razón enflaquece, que con razón me quejo de la vuestra fermosura. Y también cuando leía: …los altos cielos que de vuestra divinidad divinamente con las estrellas os fortifican, y os hacen merecedora del merecimiento que merece la vuestra grandeza.
Con esta espresas la senior povre ia perde sua sania de mente, e el ia resta sin dormi per comprende los e desmarania de los la sinifia, cual an Aristotele no ta estrae o comprende, si el ta revive sola per esta. El no ia relata multe bon con la feris cual Don Belianis ia dona e reseta, car el ia imajina ce, an con la mestres grande ci ia cura el, el no ia pote evita ce sua fas e tota sua corpo es plen de sicatrises e manxas. Ma, an con tota, el ia loda en sua autor ce el ia fini sua libro con la promete de acel aventura nonfinable, e a multe veses la desira ia veni a el de prende la pen e completi lo en cada detalia, como ala proposada; e sin duta el ia ta fa alga tal, e ta publici an lo, si otra pensas plu grande e constante no ta impedi el.
Con estas razones perdía el pobre caballero el juicio, y desvelábase por entenderlas y desentrañarles el sentido, que no se lo sacara ni las entendiera el mesmo Aristóteles, si resucitara para sólo ello. No estaba muy bien con las heridas que don Belianís daba y recebía, porque se imaginaba que, por grandes maestros que le hubiesen curado, no dejaría de tener el rostro y todo el cuerpo lleno de cicatrices y señales. Pero, con todo, alababa en su autor aquel acabar su libro con la promesa de aquella inacabable aventura, y muchas veces le vino deseo de tomar la pluma y dalle fin al pie de la letra, como allí se promete; y sin duda alguna lo hiciera, y aun saliera con ello, si otros mayores y continuos pensamientos no se lo estorbaran.
El ia fa disputas a multe veses con la prete de sua vileta – ci ia es un om educada, graduada en Siguenza – sur ci ia es la cavalero plu bon: Palmerin de England o Amadis de Galia; ma Mestre Nicolas, capelor de la mesma vileta, ia dise ce ambos no ateni la cualia de la Cavalero de Febo, e ce si algun ia pote compara se a el, lo ia es Don Galaor, frate de Amadis de Galia, car el ia ave un natur multe conveninte a tota; esta cavalero no ia es finjosa, e no ia es tan plorosa como sua frate, e sur la scala de coraje el no ia sta plu basa ca el.
Tuvo muchas veces competencia con el cura de su lugar – que era hombre docto, graduado en Sigüenza –, sobre cuál había sido mejor caballero: Palmerín de Ingalaterra o Amadís de Gaula; mas maese Nicolás, barbero del mesmo pueblo, decía que ninguno llegaba al Caballero del Febo, y que si alguno se le podía comparar, era don Galaor, hermano de Amadís de Gaula, porque tenía muy acomodada condición para todo; que no era caballero melindroso, ni tan llorón como su hermano, y que en lo de la valentía no le iba en zaga.
En resoma, el ia deveni tan asorbeda en sua lejes ce en leje el ia pasa la notes de lus a lus, e la dias de oscuria a oscuria; e tal, con poca dormi e multe leje, sua serebro ia deveni tan seca ce el ia perde sua sania de mente. Sua fantasia ia pleni se con tota lo cual el ia leje en la libros, tan de encantas como de disputas, batalias, defias, feris, amas, torturas e asurdas nonposible; e lo ia ocupa sua imajina en tal modo ce veria ia esiste en tota acel macina de acel inventas sonada e soniada cual el ia leje, e ca cual per el on ia ave no istoria plu serta en la mundo.
En resolución, él se enfrascó tanto en su lectura, que se le pasaban las noches leyendo de claro en claro, y los días de turbio en turbio; y así, del poco dormir y del mucho leer, se le secó el celebro, de manera que vino a perder el juicio. Llenósele la fantasía de todo aquello que leía en los libros, así de encantamentos como de pendencias, batallas, desafíos, heridas, requiebros, amores, tormentas y disparates imposibles; y asentósele de tal modo en la imaginación que era verdad toda aquella máquina de aquellas sonadas soñadas invenciones que leía, que para él no había otra historia más cierta en el mundo.
El ia dise ce la Cid Ruy Diaz es un cavalero multe bon, ma ce el ave no similia con la Cavalero de la Spada Ardente, ci con sola un colpa reversada ia talia a duis du jigantes ferose e enorme. El ia es de opina plu bon sur Bernardo del Carpio, car en Roncesvalles el ia mata Rolando la encantada, usante la injenia de Hercule cuando el ia sofoca Anteo, fio de la Tera, entre sua brasos. El ia parla multe bon de la jigante Morgante, car, an veninte de acel projenia jigante cual es sempre egosa e desrespetosa, sola el ia es amin e cortes. Ma, supra tota, el ia amira Reinaldos de Montalban, an plu cuando el ia vide el sortinte de sua castel e rubante tota ci el ia encontra, e cuando, en pais distante, el ia fura la idol de Muhammad cual ia es intera de oro, como sua istoria dise. El ta dona, per fa un ronda de pedis a la trador Ganelon[²], la manejoresa cual el ia ave, e an sua sobrina en ajunta.
Decía él que el Cid Ruy Díaz había sido muy buen caballero, pero que no tenía que ver con el Caballero de la Ardiente Espada, que de sólo un revés había partido por medio dos fieros y descomunales gigantes. Mejor estaba con Bernardo del Carpio, porque en Roncesvalles había muerto a Roldán el encantado, valiéndose de la industria de Hércules, cuando ahogó a Anteo, el hijo de la Tierra, entre los brazos. Decía mucho bien del gigante Morgante, porque, con ser de aquella generación gigantea, que todos son soberbios y descomedidos, él solo era afable y bien criado. Pero, sobre todos, estaba bien con Reinaldos de Montalbán, y más cuando le veía salir de su castillo y robar cuantos topaba, y cuando en allende robó aquel ídolo de Mahoma que era todo de oro, según dice su historia. Diera él, por dar una mano de coces al traidor de Galalón, al ama que tenía, y aun a su sobrina de añadidura.
En fato, pos perde ja sua sania de mente, el ia veni a la pensa la plu strana a cual un loco ia veni a cualce tempo; e esta ia es ce lo ia pare a el conveninte e nesesada, tan per la aumenta de sua onora como per la servi a sua republica, ce el ta deveni un cavalero vagante, e ta vade tra tota la mundo con sua armas e cavalo per xerca aventuras e pratica tota acel sur cual el ia leje ce cavaleros vagante pratica lo, coretinte tota spesies de malcondui, e ponente se en oportunes e periles do, susedente los, el ta recolie per se un reputa e fama eterna. La povre ia imajina ja se coronida par la fortia de sua braso como, a minima, Imperor de Trebisonda; e tal, con esta pensas tan plasente, e levada par la gusta strana cual el ia senti en los, el ia freta per reali lo cual el ia desira.
En efeto, rematado ya su juicio, vino a dar en el más estraño pensamiento que jamás dio loco en el mundo; y fue que le pareció convenible y necesario, así para el aumento de su honra como para el servicio de su república, hacerse caballero andante, y irse por todo el mundo con sus armas y caballo a buscar las aventuras y a ejercitarse en todo aquello que él había leído que los caballeros andantes se ejercitaban, deshaciendo todo género de agravio, y poniéndose en ocasiones y peligros donde, acabándolos, cobrase eterno nombre y fama. Imaginábase el pobre ya coronado por el valor de su brazo, por lo menos, del imperio de Trapisonda; y así, con estos tan agradables pensamientos, llevado del estraño gusto que en ellos sentía, se dio priesa a poner en efeto lo que deseaba.
E la prima cual el ia fa ia es limpi alga armur cual ia parteni a sua duavo, cual, comeda par osidi e plen de mofo, tra edas longa ia es lasada e oblidada en un angulo. El ia limpi e brilia lo tan bon como el ia pote, ma el ia vide ce lo ave un fali grande, cual ia es ce lo ave no elmo ensircante, ma mera un elmeta; ma a esta sua injenia ia furni, car de cartones el ia crea un tipo de duielmo cual, insertada en la elmeta, ia ave la aspeta de un elmo completa.
Y lo primero que hizo fue limpiar unas armas que habían sido de sus bisabuelos, que, tomadas de orín y llenas de moho, luengos siglos había que estaban puestas y olvidadas en un rincón. Limpiólas y aderezólas lo mejor que pudo, pero vio que tenían una gran falta, y era que no tenían celada de encaje, sino morrión simple; mas a esto suplió su industria, porque de cartones hizo un modo de media celada, que, encajada con el morrión, hacían una apariencia de celada entera.
Lo es vera ce, per proba esce lo es forte e pote es a risca par un coteli, el ia tira sua spada e ia dona a lo du colpas, e con la prima e en un momento el ia desfa lo cual el ia fa en un semana; e la fasilia con cual el ia rompe lo a pesos no ia evita pare mal a el, e, per asecura se contra esta peril, el ia labora a lo denova, ponente alga baras de fero a la interna de lo, en tal manera ce el ia es final sasiada par sua fortia; e, sin desira fa un esperimenta nova a lo, el ia aseta lo e prende lo como la elmo ensircante la plu perfeta.
Es verdad que para probar si era fuerte y podía estar al riesgo de una cuchillada, sacó su espada y le dio dos golpes, y con el primero y en un punto deshizo lo que había hecho en una semana; y no dejó de parecerle mal la facilidad con que la había hecho pedazos, y, por asegurarse deste peligro, la tornó a hacer de nuevo, poniéndole unas barras de hierro por de dentro, de tal manera que él quedó satisfecho de su fortaleza; y, sin querer hacer nueva experiencia della, la diputó y tuvo por celada finísima de encaje.
El ia vade alora per vide sua cavalo, e, an si sua ungulas ia ave plu fesures ca un real[³] e plu manxas ca la cavalo de Gonela[⁴], cual tantum pellis et ossa fuit[⁵], lo ia pare a el ce no la Bucefalo de Alexandro e no la Babieca de la Cid ia es la egales de lo.
Fue luego a ver su rocín, y, aunque tenía más cuartos que un real y más tachas que el caballo de Gonela, que tantum pellis et ossa fuit, le pareció que ni el Bucéfalo de Alejandro ni Babieca el del Cid con él se igualaban.
Cuatro dias ia pasa per el en imajina cual nom el va dona a lo; car, como el ia dise a se mesma, lo no ia es razonada ce la cavalo de un cavalero tan famosa, e mesma esente tan bon, ta es sin nom conoseda; e tal, el ia atenta furni un nom a lo en manera cual declara lo cual lo ia es, ante parteni a un cavalero vagante, e lo cual lo es aora; car lo ia es multe bon razonada ce, a la cambia de state de sua mestre, lo ta cambia ance sua nom, e ta prende un nom famosa e resonante, como conveni a la ordina e eserse nova cual lo pratica.
Cuatro días se le pasaron en imaginar qué nombre le pondría; porque, según se decía él a sí mesmo, no era razón que caballo de caballero tan famoso, y tan bueno él por sí, estuviese sin nombre conocido; y ansí, procuraba acomodársele de manera que declarase quién había sido, antes que fuese de caballero andante, y lo que era entonces; pues estaba muy puesto en razón que, mudando su señor estado, mudase él también el nombre, y le cobrase famoso y de estruendo, como convenía a la nueva orden y al nuevo ejercicio que ya profesaba.
E tal, pos multe nomes cual el ia formi, bari e sutrae, ia ajunta, desfa e fa denova en sua memoria e imajina, a fini el ia deside nomi lo Rocinante[⁶]: un nom, en sua opina, alta, impresante e sinifiosa de la state de lo cuando lo ia es mera un cavalo vea, ante deveni lo cual el es aora, cual es la xef e la prima de tota la cavalos vea en la mundo.
Y así, después de muchos nombres que formó, borró y quitó, añadió, deshizo y tornó a hacer en su memoria e imaginación, al fin le vino a llamar Rocinante: nombre, a su parecer, alto, sonoro y significativo de lo que había sido cuando fue rocín, antes de lo que ahora era, que era antes y primero de todos los rocines del mundo.
Pos dona un nom, e tan a sua gusta, a sua cavalo, el ia desira dona un a se mesma, e en esta pensa el ia spende oto plu dias, e final ia ariva a nomi se Sir Cixote; do – como ja diseda – la autores de esta istoria tan onesta usa la momento per insiste ce sua nom ia es sin duta Quijada, e no Quesada, como otras desira dise. Ma, recordante ce Amadis la corajosa vera no ia es contentida par nomi se mera Amadis, ma ce el ia ajunta la nom de sua rena e pais, per dona fama a lo, e ia nomi se Amadis de Gaula, tal el ia desira, como bon cavalero, ajunta a sua la nom de la sua e nomi se Sir Cixote de la Manxa, con cual, en sua opina, el descrive vivin sua linia e pais, e onora lo par prende de lo sua nometa.
Puesto nombre, y tan a su gusto, a su caballo, quiso ponérsele a sí mismo, y en este pensamiento duró otros ocho días, y al cabo se vino a llamar Don Quijote; de donde -como queda dicho- tomaron ocasión los autores desta tan verdadera historia que, sin duda, se debía de llamar Quijada, y no Quesada, como otros quisieron decir. Pero, acordándose que el valeroso Amadís no sólo se había contentado con llamarse Amadís a secas, sino que añadió el nombre de su reino y patria, por hacerla famosa, y se llamó Amadís de Gaula, así quiso, como buen caballero, añadir al suyo el nombre de la suya y llamarse Don Quijote de la Mancha, con que, a su parecer, declaraba muy al vivo su linaje y patria, y la honraba con tomar el sobrenombre della.
Alora, pos limpi sua armur, crea un elmo de la elmeta, dona un nom a sua cavalo e confirma se mesma, el ia veni a comprende ce no otra cosa manca de el ca xerca un dama e enama se a el; car la cavalero vagante sin amas es un arbor sin folias e sin fruta, e un corpo sin spirito. El ia dise a se:
Limpias, pues, sus armas, hecho del morrión celada, puesto nombre a su rocín y confirmándose a sí mismo, se dio a entender que no le faltaba otra cosa sino buscar una dama de quien enamorarse; porque el caballero andante sin amores era árbol sin hojas y sin fruto y cuerpo sin alma. Decíase él a sí:
“Si, par la males de mea pecas, o par mea bon fortuna, me encontra alga jigante en acel partes, como aveni comun a la cavaleros vagante, e me suverti el en un sola encontra, o me fende un dui de sua corpo, o, final, me vinse el e basi el, esce lo no va es bon si me ave algun a ci me ta envia el como un presentada, e si el entra e cade a jenos ante mea seniora dulse, e dise con vose umil e sedente: ‘Me, seniora, es la jigante Caraculiambro, senior de la isola Malindrania, vinseda en combate duelin par la cavalero, nunca lodada como on debe, Sir Cixote de la Manxa, ci ia comanda ce me presenta me ante tua jentilia, afin tua altia ta trata me longo sua desira.’?”
— Si yo, por malos de mis pecados, o por mi buena suerte, me encuentro por ahí con algún gigante, como de ordinario les acontece a los caballeros andantes, y le derribo de un encuentro, o le parto por mitad del cuerpo, o, finalmente, le venzo y le rindo, ¿no será bien tener a quien enviarle presentado y que entre y se hinque de rodillas ante mi dulce señora, y diga con voz humilde y rendido: Yo, señora, soy el gigante Caraculiambro, señor de la ínsula Malindrania, a quien venció en singular batalla el jamás como se debe alabado caballero Don Quijote de la Mancha, el cual me mandó que me presentase ante vuestra merced, para que la vuestra grandeza disponga de mí a su talante?
O, nosa bon cavalero ia joia tan pos fa esta dise, e plu pos pensa a algun ci el va nomi sua dama! E lo ia aveni, longo lo cual on crede, ce en un loca prosima a sua un xica-cultivor de aspeta multe bon, par ci el ia es enamada a ves pasada, an si, longo lo cual on comprende, el ia sabe nunca lo, e ia dona no pensa a lo. Sua nom ia es Aldonza Lorenzo, e lo ia pare bon a la senior ce el dona a el la titulo Dama de sua Pensas; e, xercante un nom cual no ta desacorda con lo de la dama, e cual ta atrae e dirije se a lo de un prinsesa e seniora grande, el ia deside nomi el Dulcinea del Toboso, car el ia es nativa de Toboso; un nom, en sua opina, musical e esotica e sinifiosa, como tota la otras cual el ia dona ja a se e sua cosas.
¡Oh, cómo se holgó nuestro buen caballero cuando hubo hecho este discurso, y más cuando halló a quien dar nombre de su dama! Y fue, a lo que se cree, que en un lugar cerca del suyo había una moza labradora de muy buen parecer, de quien él un tiempo anduvo enamorado, aunque, según se entiende, ella jamás lo supo, ni le dio cata dello. Llamábase Aldonza Lorenzo, y a ésta le pareció ser bien darle título de señora de sus pensamientos; y, buscándole nombre que no desdijese mucho del suyo, y que tirase y se encaminase al de princesa y gran señora, vino a llamarla Dulcinea del Toboso, porque era natural del Toboso; nombre, a su parecer, músico y peregrino y significativo, como todos los demás que a él y a sus cosas había puesto.
CAPÍTULO 2: Que trata de la primera salida que de su tierra hizo el ingenioso Don Quijote
Fada esta inisiales, el no ia vole atende plu tempo per esecuta sua pensa, urjente a lo la pensa cual la mundo ia es perdinte par causa de sua pospone, vidente la ofendes cual el ia pensa desfa, cexas cual remedia, nonjustias per repara, e maltratas que boni, e detas cual sasia: e tal, sin avisa de sua intende a nun, e sin es videda par nun, un matina ante la leva de sol (cual ia es un de la plu calda de julio) el ia fisa tota sua armas, ia monta sur Rocinante con su elmo ensircante reparada con pesos, ia forti la peti scermo, ia prende la lansia, e tra la porta retro de la ensirca de bestias, el ia sorti a la campo con la plu alta contentia e sasia per vide como de fasil ia es comensa sua intende bon.
HECHAS pues estas prevenciones, no quiso aguardar mas tiempo á poner en efeto su pensamiento, apretándole á ello la fala que él pensaba que hacia en el mundo su tardanza, segun eran los agravios que pensaba deshacer, tuertos que enderezar, sinrazones que enmendar, y abusos que mejorar, y deudas que satisfacer: y así sin dar parte á persona alguna de su intencion, y sin que nadie le viese, una mañana antes del dia (que era uno de los calurosos del mes de Julio) se armó de todas sus armas, subió sobre Rocinante, puesta su mal compuesta celada, embrazó su adarga, tomó su lanza, y por la puerta falsa de un corral, salió al campo con grandísimo contento y alborozo de ver con cuánta facilidad habia dado principio á su buen deseo.
Ma apena el ia vide se en la campo, cuando un pensa temable ia colpa el, e tal, cual ia cuasi fa le abandona la emprende comensada: e lo ia es ce lo ia veni a sua memoria ce el no ia es ja armada cavalor, e ce seguente la lege de cavaleria, el no ia pote e no ia debe luta contra otra cavalor; e si ancor el ta debe, el ia debe porta armas blanca, como cavalor comensor, sin simbol en la scermo, asta ce par sua merita el ia gania lo. Esta pensas ia fa el vasila en sua intende, ma sua mania esente plu forte ca cualce razona, el ia determina fa se arma par la prima ce el ta encontra, seguente la esemplo de otra multa ce tal ia fa, como el ia lege en la libros cual tal ia porta el a esta situa. Regardante la armas blanca el ia pensa, en la prima oportun, puri los asta ce los ia es tan multe blanca como un ermino; e tal, comfortante se, el ia continua sua via, prendente cual sua cavalo ta eleje, credente ce acel ia es la esense de aventuras.
Mas apenas se vio en el campo cuando le asaltó un pensamiento terrible, y tal, que por poco le hiciera dejar la comenzada empresa; y fue que le vino a la memoria que no era armado caballero, y que, conforme a ley de caballería, ni podía ni debía tomar armas con ningún caballero; y puesto que lo fuera, había de llevar armas blancas, como novel caballero, sin empresa en el escudo, hasta que por su esfuerzo la ganase. Estos pensamientos le hicieron titubear en su propósito; mas pudiendo más su locura que otra razón alguna, propuso de hacerse armar caballero del primero que topase, a imitación de otros muchos que así lo hicieron, según él había leído en los libros que tal le tenían. En lo de las armas blancas, pensaba limpiarlas de manera, en teniendo lugar, que lo fuesen más que un arminio; y con esto se quietó18 y prosiguió su camino, sin llevar otro que aquel que su caballo quería, creyendo que en aquello consistía la fuerza de las aventuras.
Vadente, donce, paseante nosa aventuror briliante, el ia parla con se, disente: “Ci duta, ma ce en la tempos futur, cuando la istoria vera de mea atas famosa deveni conoseda, ce la saja ci ta scrive los, cuando el va nara esta mea sorti prima tan multe temprana, no va fa lo de esta forma?: Apena la Apolo de capeles rojin ia tende tra la fas de la longa e spasiosa tera la filos orosa de sua capeles bela, e apena la avias peti de plumas pintida ia saluta con dulse e bon sonante la veni de la leva de sol rosin, ce, pos lasa la spos jelosa la leto mol, el ia mostra se per la portas e balcones de la orizon manxan, cuando la cavalor famosa Sir Cixote de la Manxa, abandonante la plumas[⁷] osiosa, ia monta sua cavalo famosa Rocinante, e ia comensa pasea per la Campo de Montiel antica e conoseda.” E lo ia es vera ce tra lo el ia pasea.
Yendo, pues, caminando nuestro flamante aventurero, iba hablando consigo mesmo y diciendo: «¿Quién duda sino que en los venideros tiempos, cuando salga a luz la verdadera historia de mis famosos hechos, que el sabio que los escribiere no ponga, cuando llegue a contar esta mi primera salida tan de mañana, desta manera?: ‘Apenas había el rubicundo Apolo tendido por la faz de la ancha y espaciosa tierra las doradas hebras de sus hermosos cabellos, y apenas los pequeños y pintados pajarillos con sus harpadas lenguas habían saludado con dulce y meliflua armonía la venida de la rosada aurora, que, dejando la blanda cama del celoso marido, por las puertas y balcones del manchego horizonte a los mortales se mostraba, cuando el famoso caballero Sir Cixote de la Manxa, dejando las ociosas plumas, subió sobre su famoso caballo Rocinante; y comenzó a caminar por el antiguo y conocido campo de Montiel». Y era la verdad que por él caminaba.
CAPÍTULO 6: Del donoso y grande escrutino que el cura y el barbero hicieron en la librería de nuestro ingenioso hidalgo</WRAP>
El ia es ancor dorminte. La prete ia demanda al sobrin per la claves de la sala do ia es la libros autor de la turba, e ela ia dona los a el volente. Tota ia vade a en, la manejoresa con los, e los ia trova plu ca sento volumes de libros grande, multe bon religada, e otra peti; e tal como la manejoresa ia vide los, el ia sorti de la sala multe rapida, e ia reveni con un plateta de acua santa e un dux, e ia dise:
El cual aún todavía dormía. Pidió las llaves a la sobrina del aposento donde estaban los libros autores del daño, y ella se las dio de muy buena gana. Entraron dentro todos, y la ama con ellos, y hallaron más de cien cuerpos de libros grandes, muy bien encuadernados, y otros pequeños; y, así como el ama los vio, volvióse a salir del aposento con gran priesa, y tornó luego con una escudilla de agua bendita y un hisopo, y dijo:
[¹] Plato tradisional de La Manxa, conteninte ovos bateda, txoriso e lardo.
[²] La cavalero ci ia tradi la armada de Carolo la Grande, provocante la batalia de Colo Roncevalles.
[³] Un moneta antica de Espania. La parola usada par Cervantes per “fesures” sinifia ance “cuatris”, en un plu refere a monetas.
[⁴] Un bromor de la corte de la duxe de Ferrara, famosa par sua magria.
[⁵] Latina: “ia es sola pel e osos”.
[⁶] La nom refleta la parola espaniol rocín, “cavalo tro vea per es usada”.
[⁷] Sortinte de la leto.
Esta paje es presentada con la lisensa CC Attribution-Share Alike 4.0 International.
Lo ia es automatada jenerada de la paje corespondente en la Vici de Elefen a 28 novembre 2024 (08:56 UTC).