LEJENDAS
Mestre Pérez la Organista · La oculos verde · La raio de luna · Tre fletxas · La rosa de pasion · La promete · La Monte de la almas · La Miserere · La otel de la gatos

La promete

I

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Margarita ia plora con la fas ascondeda entre la manos; el ia plora sin jemi, ma la larmas ia core silente longo sua jenas, liscante entre sua ditos per cade en la tera, a do el ia inclina ja sua fronte.

Margarita lloraba con el rostro oculto entre las manos; lloraba sin gemir, pero las lágrimas corrían silenciosas a lo largo de sus mejillas, deslizándose por entre sus dedos para caer en la tierra, hacia la que había doblado su frente.

A lado de Margarita ia es Pedro, ci ia leva sua oios de ves a ves per regarda el, vidente el plorante, ia basi los denova, manteninte un silentia profonda en la mesma tempo.

Junto a Margarita estaba Pedro, quien levantaba de cuando en cuando los ojos para mirarla y, viéndola llorar, tornaba a bajarlos, guardando a su vez un silencio profundo.

E tota ia es silente a sirca e ia pare respeta sua tristia. La ruidos de la campo ia estingui; la venta de la sera ia dormi, e la ombras ia comensa envolve la arbores spesa de la bosce.

Y todo callaba alrededor y parecía respetar su pena. Los rumores del campo se apagaban; el viento de la tarde dormía, y las sombras comenzaban a envolver los espesos árboles del soto.

Tal alga minutos ia pasa, en cual la trasa de lus ce la sol ia lasa ja cuando lo ia mori en la orizon ia es completa canselada; la luna ia comensa apare vaga sur la fondo violeta de la sielo de la lus final, e, la un pos la otra, la stelas la plu grande ia apare.

Así transcurrieron algunos minutos, durante los cuales se acabó de borrar el rastro de luz que el sol había dejado al morir en el horizonte; la luna comenzó a dibujarse vagamente sobre el fondo violado del cielo del crepúsculo, y unas tras otras fueron apareciendo las mayores estrellas.

Pedro ia rompe final acel silentia angusante, esclamante con sua vose amortida e rompeda e como si el ta parla a el mesma:

Pedro rompió al fin aquel silencio angustioso, exclamando con voz sorda y entrecortada y como si hablase consigo mismo:

— Lo es nonposible…, nonposible!

— ¡Es imposible…, imposible!

A pos, prosiminte al xica nonconsolada e prendente un de sua manos, el ia continua con asentua plu amosa e suave:

Después, acercándose a la desconsolada niña y tomando una de sus manos, prosiguió con acento más cariñoso y suave:

— Margarita, per tu la ama es tota, e tu vide no cosa ultra la ama. An tal, on ave alga cosa tan respetable como nosa ama, e lo es mea debe. Nosa senior la conte de Gómara parti doman de sua castel per reuni sua armada a acel de la re Senior Fernando, ci va libri Sevilla de la potia de la noncredores, e me debe vade con la conte. Orfan oscur, sin nom e sin familia, a el me deta cuanto me es. Me servi el en la osio de la pas, me ia dormi su sua teto, me ia caldi en sua ximineria e me ia come la pan de sua mesa. Si oji me abandona el, doman cuando sua armada sorti tra la portones de sua castel, sua omes de armas va demanda, stonada car los no vide me: “Do es la atendor favoreda de la conte de Gómara?” E mea senior va silenti con vergonia, e sua pajos e bufones va dise burlante: “La atendor de la conte no es plu ce un galante de torneos, un lutor de cortesia.”

— Margarita, para ti el amor es todo, y tú no ves nada más allá del amor. No obstante, hay algo tan respetable como nuestro cariño, y es mi deber. Nuestro señor el conde de Gómara parte mañana de su castillo para reunir su hueste a las del rey Don Fernando, que va a sacar a Sevilla del poder de los infieles, y yo debo partir con el conde. Huérfano oscuro, sin nombre y sin familia, a él le debo cuanto soy. Yo le he servido en el ocio de las paces, he dormido bajo su techo, me he calentado en su hogar y he comido el pan a su mesa. Si hoy le abandono, mañana sus hombres de armas, al salir en tropel por las poternas de su castillo, preguntarán maravillados de no verme: «¿Dónde está el escudero favorito del conde de Gómara?» Y mi señor callará con vergüenza, y sus pajes y sus bufones dirán en son de mofa: «El escudero del conde no es más que un galán de justas, un lidiador de cortesía».

En esta punto, Margarita ia alti sua oios plen de larmas per fisa los en acel de sua amor, e ia move sua labios como per parla a el; ma sua vose ia bloci se en un sanglota.

Al llegar a este punto, Margarita levantó sus ojos llenos de lágrimas para fijarlos en los de su amante, y removió los labios como para dirigirle la palabra; pero su voz se ahogó en un sollozo.

Pedro, con asentua ancora plu dulse e convinsente, ia continua tal:

Pedro, con acento aún más dulce y persuasivo, prosiguió así:

— No plora, per Dio, Margarita; no plora, car tua larmas feri me. Me va vade a via de tu; ma me va reveni pos ce me ia oteni alga gloria per mea nom oscur. La sielo va aida nos en esta emprende santa; nos va concista Sevilla, e la re va dona feudos a nos en la rivas de la Guadalquivir a la concistores. Alora me va reveni per xerca tu e nos va vade per vive junta en acel paradiso de la arabis, do lo es diseda ce la sielo es plu limpa e plu blu ca acel de Castilia. Me va reveni, me jura lo; me va reveni per completi la parola prometeda formal a la dia cuando me ia pone acel anelo en tua manos, simbol de un promete.

— No llores, por Dios, Margarita; no llores, porque tus lágrimas me hacen daño. Voy a alejarme de ti; mas yo volveré después de haber conseguido un poco de gloria para mi nombre oscuro. El cielo nos ayudará en la santa empresa; conquistaremos a Sevilla, y el rey nos dará feudos en las riberas del Guadalquivir a los conquistadores. Entonces volveré en tu busca y nos iremos juntos a habitar en aquel paraíso de los árabes, donde dicen que hasta el cielo es más limpio y más azul que el de Castilla. Volveré, te lo juro; volveré a cumplir la palabra solemnemente empeñada el día en que puse en tus manos ese anillo, símbolo de una promesa.

— Pedro!” Margarita ia esclama alora, dominante sua emosia e con un vose firma e desidente. “Vade, vade manteni tua onora.

— ¡Pedro!” exclamó entonces Margarita dominando su emoción y con voz resuelta y firme. “Ve, ve a mantener tu honra.

E, con esta parolas, el ia lansa se, a un ves ultima, al brasos de sua amante. Alora el ia ajunta en un asentua plu amortida e emosiada:

— Y al pronunciar estas palabras se arrojó por última vez en los brazos de su amante. Después añadió con acento más sordo y conmovido:

— Vade per manteni tua onora; ma reveni… reveni per trae la mea.

— Ve a mantener tu honra; pero vuelve…, vuelve a traerme la mía.

Pedro ia besa la fronte de Margarita, ia deslia sua cavalo, cual ia es liada a un de la arbores en la bosceta, e ia galopa tra la fondo de la bosce de poplos.

Pedro besó la frente de Margarita, desató su caballo, que estaba sujeto a uno de los árboles del soto, y se alejó al galope por el fondo de la alameda.

Margarita ia segue Pedro con sua oios asta ce sua ombra ia misca con la nebla de la note; e cuando el no ia pote plu distingui el, el ia turna lenta a la loca do sua frates ia es aspetante el.

Margarita siguió a Pedro con los ojos hasta que su sombra se confundió entre la niebla de la noche; y cuando ya no pudo distinguirle, se volvió lentamente al lugar, donde le aguardaban sus hermanos.

— Pone tua robas de gala”, un de los ia dise cuando el ia entra, “doman nos va vade a Gómara con tota la visinas de la vileta per vide la conte, ci vade a Andalusia.

— Ponte tus vestidos de gala -le dijo uno de ellos al entrar-, que mañana vamos a Gómara con todos los vecinos del pueblo para ver al conde, que se marcha a Andalucía.

— Lo tristi me plu ca lo felisi me, ce me vide aceles ci vade a via e cisa no va reveni”, Margarita ia responde con un suspira.

— A mí más me entristece que me alegra ver irse a los que acaso no han de volver -respondió Margarita con un suspiro.

— An tal”, la otra frate ia insiste, “tu debe veni con nos, e tu debe veni cuieta e joiosa; tal la persones murmurante no va dise ce tu ave amores en la castel e ce tua amores vade a la gera.

— Sin embargo”, insistió el otro hermano, “has de venir con nosotros, y has de venir compuesta y alegre; así no dirán las gentes murmuradoras que tienes amores en el castillo y que tus amores se van a la guerra.

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Lo ia es automatada jenerada de la paje corespondente en la Vici de Elefen a 11 maio 2024 (12:42 UTC).